Son cada vez más los turistas que no sólo quieren visitar un lugar y pasar por ese destino de refilón, sino que quieren experimentar y sentirse parte de esa comunidad. Dejar de ser espectadores para convertirse en protagonistas. Y eso es precisamente lo que les ofrece el turismo naranja.
En los últimos años esta forma de viajar ha experimentado un boom y se espera que en los próximos años continúe creciendo. Los turistas quieren dejar de ser vistos como guiris e integrarse en los lugares que visitan, participando en talleres de gastronomía o de artesanía o aprendiendo oficios tradicionales. Ya no se trata sólo de viajar a un lugar sino de "hacer algo" en ese destino.
Pero, ¿por qué naranja? Esta definición hunde sus raíces en la llamada economía naranja, cuyos pilares son la cultura, la creatividad y la identidad. Este color no fue, sin embargo, elegido al azar. En Occidente simboliza el entretenimiento; en la India, la creatividad y en algunos pueblos nativos del Norte de América, el aprendizaje.
El naranja se une así a otros colores que sirven para definir otros tipos de turismo como el verde, para los viajes relacionados con la naturaleza y la ecología; el azul, para los deportes náuticos; el blanco para todo lo que tiene que ver con los deportes de invierno o el rosa, vinculado a la comunidad LGTBI.
Aunque tiene similitudes con el turismo cultural, el turismo naranja va más allá al ofrecer a los visitantes la oportunidad de desarrollar todo su potencial creativo a través de la participación activa en cursos o experiencias de aprendizaje, que les permiten integrarse en la cultura local. Por ejemplo, soplar piezas de cristal veneciano en Murano, clases de música y danzas tradicionales o tallado de frutas en Tailandia, agroturismo en Grecia, talleres de Fandango y de ritmos regionales en Brasil o llevarte como suvenir postales de cerámica elaboradas por ti a los pies de la Alhambra.
Esto es precisamente lo que ofrece Ceramic Postal, una empresa granadina dedicada a la producción artesanal de cerámica que organiza eventos para turistas, en los que éstos aprenden a trabajar la cerámica en lugares emblemáticos de la ciudad.
Aunque los turistas más jóvenes son los que más buscan este tipo de experiencias, el turismo naranja está ganando adeptos. Además, presenta grandes ventajas para las comunidades y países que han apostado por él. Debido a su carácter desestacional permite extender la actividad turística todo el año, y su deslocalización geográfica consigue evitar que unos lugares estén vacíos y otros, por el contrario, masificados. Y si todavía después de leer este artículo piensa que lo suyo es el turismo de sol y playa, no deje pasar la oportunidad de apuntarse a un taller de espetos y disfrutar doblemente.
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