La caminé a pie durante ocho días enteros, recorriendo los mismos lugares una y otra vez intentando captar cada detalle, haciendo un esfuerzo enorme para archivar toda información visual y cultural en mi mente y que no se me borre jamás.
Pero al final comprendí que la inmensidad romana escapa a cualquier ser humano y que cada uno que la defina, lo hará siempre desde la pequeña parte que es capaz de descubrir.
Hoy quiero mostrártela, y para eso elijo hacerlo desde lo que creo más la representa: sus plazas. Cada una de ellas, influyentes y distintas entre sí, la convierten en la Ciudad Eterna, en un centro de historia y arte mundial. Cada una de ellas simboliza una característica de Roma y la describe.
Roma es tan amplia como multifacética, tan moderna como tradicional, tan pequeña como monstruosa, tan arrabalera como sofisticada, tan humana como divina, tan autóctona como universal.
La caminé a pie durante ocho días enteros, recorriendo los mismos lugares una y otra vez intentando captar cada detalle, haciendo un esfuerzo enorme para archivar toda información visual y cultural en mi mente y que no se me borre jamás.
Pero al final comprendí que la inmensidad romana escapa a cualquier ser humano y que cada uno que la defina, lo hará siempre desde la pequeña parte que es capaz de descubrir.
Hoy quiero mostrártela, y para eso elijo hacerlo desde lo que creo más la representa: sus plazas. Cada una de ellas, influyentes y distintas entre sí, la convierten en la Ciudad Eterna, en un centro de historia y arte mundial. Cada una de ellas simboliza una característica de Roma y la describe.
Ni el mapa papel ni Google Maps, nada va a salvarte de preguntarle a algún local cómo llegar a laPlaza Fontana di Trevi. Está escondida entre callejuelas y pasillos antiguos, que solo puedes darte cuenta que estás cerca, al ver que aumentan la cantidad de vendedores ambulantes. Y cuando por fin la encuentras, como un turista nato quedas alucinado por varios minutos frente a semejante espectáculo.
Su principal atractivo, claro está, es la fuente, construida en el siglo XVIII por Nicola Salvi, un arquitecto poco conocido que sorprendió a todos con un diseño asombroso. Y como a la mayoría de los grandes creadores les sucede algo trágico antes de terminar su proyecto, Salvi, como Gaudí con la Sagrada Familia, no pudo ver su obra maestra terminada.
Para los que sí podemos verla hoy y pedir deseos arrojando la moneda, lo recomendable es no ir en horario pico. De hecho, uno de los mejores planes para hacer en Roma es comprarse por la noche una rica piadina o una porción de la famosa pizza y comerla sentado en uno de los bancos frente a la fuente italiana más conocida del mundo.
Al escuchar su nombre inconscientemente nos alejamos un poco de la pura y exclusiva Italia y, quizás, nuestro instinto tenga razón.
Allí se encuentra la embajada de España ante la Santa Sede, instalada en un palacio de la parte baja de la colina desde el siglo XVII. Y en la parte alta está la iglesia de Trinità dei Monti con su doble campanario, que supo pertenecer a Francia. Por esos motivos, la zona fue por mucho tiempo escenario de disputa entre ambas monarquías.
Pero este no es el único aspecto que la define como internacional: al llegar, lo que más capta nuestra atención son los 135 escalones que comunican la plaza con la Iglesia. La escalera es mundialmente conocida por los famosos desfiles Donne Sotto le Stelle, protagonizados por las más reconocidas casas de alta costura y las principales modelos del mundo.
Y para reafirmar la hipótesis, la fuente diseñada por Pablo Bernini que se encuentra a los pies de las escalinatas aparenta ser un barco naufragado que, cuenta la leyenda, fue inspirado en un navío que llegó hasta este lugar tras las inundaciones del Tiber de 1598.
Al comienzo de la Vía Flaminia nos encontramos con Piazza del Popolo. Su nombre en español significa plaza del pueblo y era en tiempos del Imperio la entrada a la ciudad.
Lo primero que se ve al llegar es un gran obelisco de 24 metros ubicado en el medio de la plaza dedicado al faraón Ramsés II, que por orden de Augusto en el año 10 a.c., fue trasladado desde Egipto hasta Roma. Primero se instaló en el Circo Máximo hasta ser llevado a la Piazza del Popolo recién en 1589.
Otra de sus principales atracciones es la Iglesia de Santa María del Popolo, que guarda en su interior dos famosas obras de Caravaggio: la Conversión de San Pablo y la Crucifixión de San Pedro; junto a otros trabajos renacentistas.
Su ubicación convierte a la plaza hasta el día de hoy en un lugar clave, ya que desde allí se ramifican tres importantes calles que forman el llamado Tridente: a la izquierda, Via del Babuino que lleva a Plaza de España, a la derecha Via di Ripetta que conduce a Piazza Navona y al Panteón, mientras que desde el centro surge la calle principal de Roma, Via del Corso, con sus tiendas de marcas caras y diseñadores famosos.
Y te dejo un consejo para cuando vayas a visitarla: las mejores vistas se obtienen desde los Jardines del Pincio, subiendo por las escaleras de su parte este.
Esta plaza también tiene un monumento en el medio, pero lo que más se destaca es, sin dudas, lo que ofrece su lateral sur: el famoso Panteón.
Hoy en día es conocido como la iglesia de Santa Maria Rotonda pero en sus orígenes de católico no tenía nada. La palabra Panteón viene del griego Pantheos, que significa “todos los dioses”.
Fue creado por Marcus Agrippa, un importante general y político romano, encargado de los asuntos militares de Octaviano, que de emperador tomaría por nombre César Augusto.
¿Qué es lo más sorprendente? Que sin ser un arquitecto diseñó la cúpula de diámetro más grande del mundo. Pesa 5mil toneladas y tiene un metro y medio de grosor.
El edificio fue concebido para unir al hombre con la divinidad y principalmente con el emperador, proclamado dios a ojos del pueblo: “como arriba es abajo – como abajo es arriba”.
Historia de su cúpula y círculo abierto del centro
Otro dato interesante es que el templo original de Agrippa fue destruido por el incendio del año 80 después de Jesucristo, por lo tanto, lo que vemos hoy es una reconstrucción en tiempos de Adriano.
En marzo del año 609, Bonifacio IV, transformó el “templo pagano” en una Iglesia y a esa conversión se le atribuye la conservación del Panteón.
Trastévere es un área italiana que desprende cultura e historia de cada uno de sus rincones. Pero no solo la que leemos en los manuales o páginas de Internet, sino la autóctona, la que representa al barrio, la que se vive y vivió muchos años atrás.
Estrechos callejones coloridos, ropa colgando de sogas en los pasillos, flores que caen de las ventanas, trattorias romanas, mercadillos, tiendas nativas y talleres de artesanos, en otras palabras, Roma en su forma más genuina.
Y si en la zona se palpita eso, imagínate en su plaza, que suele ser el corazón de cada barrio.
En el centro tiene una fuente que bien podría cumplir el papel de “lugar de encuentro” que siempre ponemos si estamos conociendo un nuevo destino en grupo o con un poco de compañía.
Y como dijimos que el barrio es la representación más viva de la cultura italiana, no puede faltar una iglesia. En esta plaza se encuentra la Basílica de San María en Trastevere de carácter medieval, fundada por el Papa Calixto I en el siglo III, cuando el cristianismo aún era un culto minoritario.
Si quieres una gran experiencia de la verdadera Roma camina hasta el cansancio dentro de Trastévere, piérdete en cada callejón que encuentres y vuelve a caminar los rincones que ya recorriste para tomar una calle distinta y volverte a perder. Estudia todos los bracitos y restaurantes y siéntate en el que más te haya gustado para disfrutar de un buen plato de pastas o un rico café con un cornetto caliente. Y una vez que hayas hecho todo eso, dedícate a situarte en el momento y a observar cada movimiento, cada gesto, cada palabra. Estás frente a la enciclopedia Italiana más amplia y completa que podrás acceder jamás.
Entrar a Piazza Navona es encontrar toda la cultura y arte italiana acumuladas en un rectángulo de puntas redondas: fuentes barrocas, una iglesia, cafés con sus mesas de manteles cuadriculados afuera, barcitos con carteles que prometen tener la mejor pasta del país, puestos de pizza y músicos callejeros con sus organettos.
Está construida sobre el Circo Agonal, un estadio de Dominicano del año 85 donde los romanos se juntaban para ver los juegos. Los edificios que vemos hoy en día se construyeron en lo que eran las gradas que tenían la capacidad de albergar a 30.000 espectadores.
Piazza Navona es también es conocida como “la plaza de las tres fuentes”. Y la verdad que para situarnos mentalmente como viajeros en un país ajeno, no está nada mal: de forma simétrica, tres fuentes están repartidas a lo largo del antiguo estadio. La más importante es la del centro: la fuente de los Ríos. Cuando te cuente en qué consiste, descubrirás automáticamente el por qué del nombre.
Fue construida entre 1648 y 1651 y representa los cuatro grandes ríos del mundo conocidos por entonces, Nilo (África), Ganges (Asia), Danubio (Europa) y Río de La Plata (América). La fuente se encuentra coronada por el obelisco de Domiciano de 17,6 metros de altura, que este emperador mandó construir en Egipto.
Para cerrar con la descripción de una de las plazas más lindas de Roma, un dato curioso: hasta mediados del siglo XIX, cada verano se cerraban los desagües de las tres fuentes y la parte central de la plaza se inundaba para convertirse en "El Lago de la Plaza Navona”.
Estoy parada en Via della Conciliazione, cerca del castillo de Sant’ Angelo, junto al río Tiber. Miro hacia el final de la avenida: una imponente cúpula que forma parte del templo cristiano más grande del mundo. Y camino hasta ahí, deslumbrada.
Llegar a Piazza San Pedro es sentir la armonía de la obra de Bernini con la Columnata, dos grandes alas que forman un semicírculo y parecen los brazos del templo que acogen en un abrazo universal a toda la humanidad. Consiste en un conjunto de 284 columnas y 88 pilastras dispuestas en cuatro hileras rodeando la parte central. Sobre ellas hay 140 estatuas de santos.
Y esto es solo una de los tantos fundamentos para entender porqué Piazza San Pedro excede el límite de la religión para convertirse en historia, arte y cultura, en una nueva forma de ver el mundo, en un espacio que alberga talentos, técnicas, habilidades, leyendas e inspiraciones que te despabilan y abren la puerta a una nueva realidad.
En el centro de la plaza se levanta el segundo obelisco egipcio más alto de Roma. Mide 25 metros y, a diferencia del resto, su origen se desconoce. Lo que sí se sabe es que en 1586 el papa Sixto V ordenó llevarlo al centro de la plaza, porque decía allí había sido crucificado San Pedro.
El Vaticano es un estado a parte, pero puede verse desde varios puntos de Roma gracias a la imponente cúpula que Miguel Ángel diseñó para la Basílica de San Pedro.
Su entrada es gratuita y, como cada rincón del Vaticano, es mucho más interesante si se visita con un guía. Es impresionante la cantidad de datos curiosos e interesantes que existen. Escuchar la historia de la Basílica y el por qué de su estructura es otra evidencia de que visitar el El Vaticano es una experiencia increíble independientemente de lo religioso.
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